Dear Parishioners of St. Juan Diego, I am filled with immense joy at the responsibility of serving you as your pastor. It is my heartfelt desire and prayer that I may effectively fulfill the role of a shepherd, leading each of you closer to our Lord through the sacraments and spiritual guidance. During my training for the priesthood, I was blessed to study in the Philippines and Italy with the PIME Missionaries. This incredible opportunity enriched me and prepared me to be a dedicated missionary of Christ. for the Church and his people. My training underscored the significance of prioritizing the spiritual care of the lost, the least, and the last. On July 14, I will joyfully commemorate the twenty-first anniversary of my ordination as a Catholic priest, a significant milestone in serving the community within the Archdiocese of Detroit. Over time, I have adopted a motto that encapsulates my identity as a "joyful" priest. Embracing this motto may pose challenges, especially when faced with the typical frustrations and pressures of everyday life. Nonetheless, I am dedicated to upholding this ideal to the best of my ability. In our daily lives, we often face different kinds of changes and challenges. It is essential to recognize and accept these difficulties with humility. When we approach our challenges with humility, we may find comfort in the support and peacefulness that comes from embracing them with grace. Estimados Feligreses de San Juan Diego, Estoy lleno de inmensa alegría por la responsabilidad de servirles como su párroco. Es mi sincero deseo y oración que pueda cumplir eficazmente el papel de pastor, guiando a cada uno de ustedes más cerca de nuestro Señor a través de los sacramentos y la guía espiritual. Durante mi formación para el sacerdocio, tuve la bendición de estudiar en Filipinas e Italia con los Misioneros del PIME. Esta increíble oportunidad me enriqueció y me preparó para ser un misionero dedicado de Cristo para la Iglesia y su pueblo. Mi formación subrayó la importancia de priorizar el cuidado espiritual de los perdidos, los más pequeños y los últimos. El 14 de julio, conmemoraré con alegría el vigésimo primer aniversario de mi ordenación como sacerdote católico, un testigo significativo en el servicio a la comunidad dentro de la Arquidiócesis de Detroit. Con el tiempo, he adoptado un lema que resume mi identidad como sacerdote viviendo en la alegría de Dios. Adoptar este lema puede plantear desafíos, especialmente cuando se enfrenta a las frustraciones y presiones típicas de la vida cotidiana. No obstante, me dedico a defender este ideal lo mejor que puedo. En nuestra vida diaria, a menudo nos enfrentamos a diferentes tipos de cambios y desafíos. Es esencial reconocer y aceptar estas dificultades con humildad. Cuando abordamos nuestros desafíos con humildad, podemos encontrar consuelo en el apoyo y la paz que proviene de abrazarlos con gracia